Al educar a los hijos, hay que recordad que cuanto más amen a Jesús, más amarán a sus padres y cuanto más cumplan como buenos cristianos, más cumplirán con los deberes de buenos hijos.
A los padres pues incumbe ayudar a la acción del sacerdote. Tenéis la rigurosa obligación de hacerlo, y Dios os demandará estrecha cuenta de este sagrado deber.
Debéis educar cristianamente a vuestros hijos haciendo que aprendan y practiquen la Doctrina Cristiana. Enseñadles a rezar, a ir a la Iglesia, etc.
Debéis corregirles no permitiendo en ellos malas costumbres, prohibiéndoles ir a ciertos lugares o diversiones en donde puedan ver, oír, o de otro modo, aprender lo que no conviene a su inocencia y buena moralidad.
Debéis vigilarles procurando con todo empeño, saber que hacen, a dónde van, que compañías tienen, como se portan en casa y fuera de ella.
Debéis darles buen ejemplo. Se vosotros los primeros en portaros como buenos cristianos, en ir a la iglesia, y frecuentar los Santos Sacramentos.
Que jamás vuestros hijos vean en vosotros algo que desdiga de un buen cristiano. Hacedlo así y vuestros hijos serán vuestras coronas y alegría ahora en la tierra y lo serán después en el Cielo.
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